martes, 22 de febrero de 2011

Despertar









“Hoy me he despertado con la cabeza apoyada en tu pecho. Estábamos en el centro de la cama hechos un ovillo bajo el cálido edredón y varios cojines protegiendo nuestras espaldas. Todo era silencio, todo era quietud. Los rayos del sol matutino, fuerte y decidido, un sol primaveral, entraban sin temor a través de las rejillas de la persiana inundando la habitación de tonos ocres y amarillos. He escuchado tu respiración, lenta y pausada, he escuchado el baile rítmico de tu corazón, he escuchado mi propia sensación de sosiego, mi propia sensación de tranquilidad. En la terraza se ha parado un pequeño pájarillo que buscaba algo entre los rosales y no ha podido dejar de emitir su melodioso y alegre canto. Me he pegado más a ti, aún si cabe, porque no quería salir de ese estado de sopor, siempre, quería que ese momento mágico fuese eterno, quería que más allá de la vida…la vida fuese así…
Te has movido algo, me has acariciado el cabello y he notado como entreabrías los ojos y murmurabas una luminosa sonrisa…
Quiero que todos nuestros despertares sean este…”


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